El Betis consigue un sufrido punto en el derbi sevillano tras quedarse sin Fekir y Borja Iglesias, que terminaron expulsados
“Manos arriba, esto es un atraco” – se escuchaba en un harto Benito Villamarín que protestaba contra el polémico arbitraje del derbi. Los encuentros entre Betis y Sevilla jamás defraudan: siempre son acalorados, peleados brutalmente y conllevan polémica. Y el partido de anoche, no fue la excepción. Tres expulsiones, dos goles y muchas acciones donde tuvo que intervenir el colegiado marcaron un partido totalmente frenético y alocado. El Betis, que tenía el partido casi en el bolsillo (ganando por un gol a cero y con superioridad numérica), acabó pidiendo desesperadamente la hora. El Sevilla, por su parte, resucitó cuando peor estaba y puso contra las cuerdas a los de Pellegrini durante toda la segunda parte, pero solo consiguió el gol que certificaba un empate que terminó sabiendo a poco pero que permitió a los de Sampaoli abandonar la zona de descenso.
“Si ellos están contentos con el empate habiendo estado con uno más… Están en una posición muy incómoda de la tabla y un punto les sirve para avanzar un poco…” – dijo Manuel Pellegrini en la rueda de prensa posterior al partido con tono serio pero a la vez muy irónico. El entrenador bético no pudo definir mejor con sus palabras lo que es derbi entre verdiblancos y sevillistas: una rivalidad eterna y constante que supera los límites de lo meramente futbolístico; pues un derbi, también se juega en las declaraciones, en la zona mixta, en los comunicados, y en definitiva, fuera de los terrenos de juego.
Polémica de principio a fin
El encuentro empezó con una clara superioridad de los de Heliópolis que entraba dentro de lo esperado: el equipo que está mucho más arriba en la clasificación tiene la obligación de intentar rematar a su eterno rival para condenarlo aún más. Las ocasiones béticas se sucedían pero faltaba mucha más intensidad en los metros finales. Por ejemplo, un gran contraataque que nació de la enorme calidad del cántabro Sergio Canales no pudo ser rematado con claridad por un Aitor Ruibal que se estaba encargando de las labores que requerían una mayor presencia física. Después, el conjunto de Nervión comenzó a tener algunas oportunidades aisladas que acarrearon bastante peligro para la zaga verdiblanca. Por ejemplo, un balón que remató el delantero sevillista Rafa Mir con Claudio Bravo vencido tuvo que ser despejado por Edgar en la línea de gol.
En el minuto 38, Álex Moreno estaba realizando una internada por su banda cuando recibió una criminal entrada de Montiel entre la rodilla y el tobillo que fácilmente podría haberle causado una gravísima lesión. El defensa sevillista iba con los tacos por delante y olvidándose del balón por completo, razones que permitieron al colegiado revisar la jugada en el VAR para sustituir la cartulina amarilla inicial por la roja directa.
Pocos minutos después, la ocasión menos clara del Betis hasta el momento fue la que terminó abriendo al marcador a favor del conjunto dirigido por Pellegrini cuando Jesús Navas (recién incorporado al encuentro para reforzar la defensa tras la expulsión) terminó empujando la pelota al interior de la portería de un Bono que tampoco pudo evitar el gol en propia puerta.
Con el partido ya casi en absoluto control verdiblanco, se sucedieron los desastres. Al borde del descanso, un doble manotazo de Nabil Fekir sobre el Papu Gómez fue interpretado por Sánchez Martínez como agresión; así que, tras visitar el VAR de nuevo, expulsó a lo joya francesa del Betis.
La segunda parte prometía ser mucho más igualada hasta que Borja Iglesias cometió un gravísimo error llegando muy tarde a una entrada que hizo con los tacos sobre el gemelo de Joan Jordán. El colegiado tuvo que consultar el videoarbitraje por tercera vez, para terminar expulsando al delantero verdiblanco.
En ese instante, el Betis perdió todo el control del partido. Las ocasiones sevillistas se sucedían mientras que un Betis con nueve jugadores sobre el verde tuvo que defender desesperadamente el resultado. El Betis supo resistir hasta que en el minuto 81 Claudio Bravo no pudo evitar que un misil teledirigido de Nemanja Gudelj se colara dentro de su portería. Los últimos minutos fueron de infarto y de desesperación bética. Sin embargo, el Sevilla terminó perdonando a un Betis que tenía a su merced. Aun así, el Betis no podía conseguir ese valioso punto en el derbi sin atravesar una última y agónica jugada de peligro que despejó Claudio Bravo.
En pocas palabras, en un partido en el que el Betis podía haber controlado con claridad el resultado, terminó desesperado y desquiciado hasta el pitido final. Al fin y al cabo, eso es lo bonito del fútbol, que es alocado e impredecible; de lo contrario, sería un deporte sin gracia.