Imagen del partido perteneciente a las redes sociales de la Selección Española de Fútbol.
Tras una segunda parte de locura, España cae ante Japón por 2-1, pero se clasifica como segunda tras la remontada de Alemania sobre Costa Rica por 2-4, quedando ambas eliminadas
Hay días en los que, sin saber exactamente la razón, la vida te da un golpe de realidad. Uno de esos días inexplicables, en el que todo es un sinsentido, fue ayer. Esos amargos 3 minutos provocaron en mí (y seguramente en muchos de ustedes) una sensación inenarrable.
Sinceramente, después del partido tenía pensado redactar esta crónica, pero sencillamente no tenía palabras para explicar lo sucedido. De hecho, me invadía una sensación de desolación, la cual no había experimentado anteriormente por culpa de este maravilloso deporte, y que incluso me quitó las ganas de cenar.
¿Biscotto?
Durante toda la semana se había hablado de un posible biscotto para dejar a Alemania eliminada, a lo que Luis Enrique salió en rueda de prensa a desmentir dichas ideas. Además, era tentadora la idea de quedar segundos de grupo con la idea de evitar un posible enfrentamiento con Brasil en cuartos de final.
Pero para llegar a cuartos de final, hay que superar la fase de grupos y, en caso de superarla, los octavos de final. Tras el 7-0 frente a Costa Rica, nos creíamos clasificados y casi ganadores del mundial, por lo que nos dispusimos a realizar cábalas para visionar nuestros posibles rivales a partir de octavos. Nada más lejos de la realidad, hemos estado a punto de quedarnos fuera incluso después de haber empatado con Alemania.
Dos partidos a la vez con todo en juego
El horario unificado evita especulaciones con los resultados, y así quedó reflejado. La primera parte siguió el que debería ser el guion más coherente, un Álvaro Morata en estado de gracia adelantó a España, mientras que Alemania desperdició numerosas ocasiones hasta que Gnabry anotó el 0-1.
De la tranquilidad a la tragedia en 15 minutos
Con estos resultados al descanso, ni la persona más pesimista podía imaginar lo que se nos venía encima. Desconozco si fue premeditado o una consecuencia natural del marcador, pero España salió demasiado tranquila de los vestuarios, situación que aprovechó Japón para darle la vuelta al marcador. Primero, con un error en la salida de balón que aprovechó Ritsu Doan, y apenas 3 minutos después, Mitoma salvó por milímetros un balón que parecía perderse por la línea de fondo, el cual aprovechó Tanaka para poner por delante a los nipones.
En ese instante, España estaba prácticamente en una posición idílica, pues Alemania debía ganar por 7 goles de diferencia para echarnos del mundial. Costa Rica, equipo al que le endosamos un 7-0, y que con su único disparo a portería de todo el mundial había ganado a Japón, consiguió empatar el partido tras un mal rechace de Neuer.
España estaba dentro todavía, pero en apenas 15 minutos de segunda parte nuestro pulso se había acelerado de manera exponencial. Esos tensos corazones sufrieron una parada al ver que Costa Rica se ponía por delante tras varios rebotes en el área de la dubitativa defensa alemana.
¡Qué bonito (y cruel) es el fútbol!
El grupo E había dado un vuelco total, de estar clasificados España y Alemania en el descanso, a estarlo Japón y Costa Rica. Durante 3 fatídicos y eternos minutos estuvimos fuera, tiempo que transcurrió entre la verificación del tanto costarricense y el gol del empate de los alemanes. Menos mal que Alemania consiguió remontar, porque Japón se encerró en su área, y aunque España hubiera tenido otros 90 minutos de juego, no habría sido capaz de marcar. España terminó con un 82% de posesión, convirtiéndose Japón en la selección que gana un partido en un mundial con menos posesión. A todos nos vino un flashback del fatídico partido contra Rusia en el anterior mundial, en el que España monopolizó la posesión, pero sin crear peligro.
Alemania cumplió con su parte, terminó ganando por 2-4 (Havertz marcó el gol del empate y el 2-3, Füllkrug hizo el cuarto), pero España fue incapaz de igualar su partido, resultado que habría clasificado al combinado español como primero y al alemán como segundo.
Finalmente, Japón se clasificó como primera de grupo y se medirá a Croacia el lunes a las 16:00 horas. España, no sin sufrimiento, lo hace como segunda clasificada, enfrentándose a Marruecos el próximo martes 6 a las 16:00 horas. Una decepcionante Alemania se queda fuera pese a terminar empatada a puntos con España. Costa Rica, que parecía sepultada tras el 7-0 de la primera jornada, finaliza última de grupo, a 1 punto de las dos selecciones europeas y habiendo estado clasificada durante varios minutos.

Los cambios no mejoran al equipo
Cuando Luis Enrique lo bordó el primer día, se elogió su trabajo, pero cuando se equivoca también hay que decirlo. Tanto el día de Alemania como contra Japón, los cambios no eran los más necesarios. Frente a los germanos decidió meter a los inexpertos Baldé y Williams, mientras que decidió retirar a Morata, el único 9 que tenemos, cuando Japón se puso por delante. Además, jugadores de la talla de Carlos Soler, Marcos Llorente, Sarabia y Yeremy Pino no han disputado ni un solo minuto todavía. Por si fuera poco, Azpilicueta se marchó tocado al descanso.
Alemania, gracias por todo
El famoso “nos vemos en la final” de Luis Enrique y Hansi Flick no se cumplirá, pero al menos España puede aspirar a llegar hasta la última fase. Y todo se lo debemos a Alemania: gracias por fallar Sané la última jugada contra España, gracias por no rendirse y remontar a Costa Rica, gracias por confiar en que España empatara al final y no dejarse ganar, gracias a Keylor Navas y los palos por evitar que Alemania goleara, y gracias a Asano, quien perdonó el tercer gol cuando en el otro partido Costa Rica se había puesto por delante, lo que habría hecho bajar los brazos a los germanos. Una pena que España no cumpliera con su parte del “trato” y Alemania se haya quedado fuera, pero si al final ganamos la segunda estrella, una gran parte será gracias a Alemania.