Fotografía: Álvaro López. Madrid Destino

En la batalla frente a los males y desgracias, se habrá de imponer una vez más el brillo de la esperanza, intrínseca en el significado de la propia Navidad

Frío gélido de desesperanza corre en estos invernales días. Guerra, pobreza, hambruna y odio asolan el planeta. Reina la maldad sobre la bondad. Ucrania ha sido en este año 2022 estandarte visible de todo ello. Pero hoy allí, en la oscuridad de la noche, se encenderá una diminuta vela que habrá de servir como guía visible de que, pese a lo malo, la esperanza resiste. Por todos los que hoy no pueden, encendamos cada familia una poderosa luz que alumbre nuestra Nochebuena. Ni en sus mejores sueños dejaremos que nos arrebaten la bella esperanza de reunirnos en torno a una misma mesa. Porque en la unión se halla fortaleza.

No ha sido un año glorioso. Irán asesina a tiros a los que disienten del régimen. El oculto e inhumano trasfondo del mundial de Qatar es ignorado por muchos. En otros lugares, la crisis económica provoca que ya haya familias que difícilmente pueden abordar sus gastos mensuales. En los parajes donde impera el criterio de la pobreza, los siempre olvidados mueren de hambre. Nihil novum sub sole, pero el choque con la realidad, por muy repetitivo que sea, siempre hace que uno se enmudezca.

Mientras, en España, la batalla política ha desembocado en la inevitable polarización social que presenciamos. La crisis de la valla de Melilla y Marlaska, la aprobación de la polémica ley del ‘solo sí es sí’ de Montero, o el enfrentamiento por la reciente resolución del Tribunal Constitucional dibujan en su conjunto un cuadro donde el conflicto ya ha vencido al diálogo, a la lógica y al sentido común.

Pero a lo largo de la historia, pocos han sido los años donde desgracias o penurias similares a las de este año hayan sido minoría frente a felices sucesos. Y la Navidad se ha seguido celebrando. Independientemente de la perspectiva cristiana, ya como una tradición cultural que no deja indiferente a nadie; como una tradición que no entiende de fronteras históricas o generacionales, que escapa del tiempo en sí mismo. Y como esa reunión que simboliza la fuerza de la unión entre miembros de una misma familia.

En definitiva, en la batalla frente a los males y desgracias, se habrá de imponer una vez más el brillo de la esperanza, intrínseca en el significado de la propia Navidad.